Estamos en septiembre, fin del verano e inicio de conversaciones sobre smartphone. Gracias a Apple y su estrategia comercial acabamos de conocer las “maravillas” del nuevo iPhone 7, las propiedades de su sistema operativo iOS 10 y muchas cosas más.
Con ello, la polémica está servida, para los nacidos digitales, como mi hijo Héctor, esas supuestas maravillas son antiguallas frente a sus competidores Android, con marca y sin marca. Para mi amigo Julián, casi de mi quinta, el punto de vista es muy distinto:
«Un teléfono, ¿como un teléfono puede venderse a precio de joya? Y encima, sale uno mejor cada mes!»
Dejemos a Héctor y los millennials fuera de este post, pues nos enredaríamos en “palabros” como cores, megapixels, (de los que algo sé) y otros que cuando me los citan, me toca ponerme a estudiar. Mejor hablemos del punto de vista de los de nuestra generación.
Julián, un smartphone no es un teléfono
Esto es un ejemplo típico de nombrar el todo por una parte (por no poner en el debate el «palabro» sinécdoque), Julián, si hubieses buscado la patente del teléfono de Antonio Santi Giuseppe Meucci (sí, como puedes ver, también en wikipedia, es anterior a la de Bell), el teléfono es un aparato que sirve para transportar voz de un punto a otro. Nada más.
Un smartphone lleva teléfono, pero es mucho más.
Desde 1860 hasta que cumplimos 20 años, nada menos que un siglo y cuarto, esto era todo lo que hacía este aparato, y necesitaba estar unido a un cable. Pasaron casi 15 años más hasta que los teléfonos móviles o celulares se hicieron populares. Gracias a que estos a
paratos ya contaban con una pequeña pantalla, y un pequeño equipo informático, en el mismo se incluía una calculadora, mensajes de texto.
Eso sólo se parece a lo que ahora llamamos teléfono en que se pueden hacer llamadas, tiene mensajes de texto, y también calculadora. Ah, y también tiene un reloj y calendario.
Ahora te pregunto, ¿usas el smartphone sólo para esas funciones?
Yo con mi «teléfono», de modo diario hago lo siguiente (sólo enumero):
- Recibo, repaso y envío correos electrónicos.
- Llevo mi agenda de trabajo y personal con alarmas.
- Escucho toda la música que tengo comprada.
- Leo todos los libros que tengo comprados.
- Además de llamadas de teléfono hacer videoconferencias.
- Además de mensajes de texto, dispongo de mensajería instantánea con la que comparto imagen, voz, textos, uno a uno y en grupos, incluidos los famosos «memes».
- Viajar a pie, en transporte público o en automóvil dirigido paso a paso por voz (eligiendo la voz).
- Moverme por todo internet, como si estuviese frente a un ordenador.
- Saber los pasos que he dado cada día, los pisos que he subido y bajado, mi ritmo cardiaco….
- Encontrar dónde aparqué mi coche.
- Comprar y vender artículos de cualquier parte del mundo, pagando con el «teléfono»
- Ver televisión.
- Ver vídeos, películas, programas de radio, cuando y como quiero (los famosos podcast).
- Jugar a la práctica totalidad de los juegos de consolas.
- Escanear cualquier documento.
- Hacer fotografías, editarlas y transformarlas por completo.
- Manejar sistemas electrónicos de la casa y el coche (encender y apagar luces, bajar o subir persianas…)
- Saber que ocurre en mi casa cuando no estoy en ella.
- Controlar mis cuentas del banco, realizando las mismas operaciones que se pueden hacer en una oficina física.
- Visitar museos y ciudades.
- Tener la previsión meteorológica.
- Llevar control de mi dieta, y de los resultados de ella.
- Estudiar (hasta hacer todos los test del carnet de identidad)
- Relacionarme con cualquier Administración (declaración de Hacienda, renovación de carnets, cita médica…)
Lo dicho, tengo el mundo en mis manos. En mis manos y mi bolsillo. Y pesa mucho menos que aquellos que sólo valían para poco más que hacer llamadas, y los millones, sí millones de programas más que puedo incluir, sin que aumente un gramo el peso.
Además, un smartphone es un producto caro
Julián, ¿estás seguro que hablamos de un producto caro?, mi primer pc 286 de los años 80 me costó más de 1.200€, y con él podía hacer muchas más cosas que una máquina de escribir, y aún faltaban muchos años para que se pudiese conectar (¿recuerdas?… con un modem) lentísimo, con algunas partes de la red,
Es cierto que los juguetes de Apple son caros en comparación con los demás. Todos ellos hacen lo que he enumerado, por un precio aproximado de la décima parte que aquel 286.
Increíble, pero cierto
Increíble, pero cierto. Y, nos quedan aún 15 años, por lo menos para jubilarnos. No podemos resignarnos a quedarnos mirando cómo nos sobrepasa esta realidad y los que se convierten en obsoletos somos nosotros.
Ese es el motivo de esta web, tratar con nuestro lenguaje todos estos temas, y aprender a utilizar estos smartphone, y los demás chirimbolos que vayan saliendo para iros ofreciendo video-tutoriales de cada uno de los aspectos, con el lenguaje y el estilo del que os hablé en el post del pasado día 9 «Venga, que te explico en un momento lo que es Twitter«, debatir en este blog, responder vuestras preguntas en el podcast, y muchas otras posibilidades que irán saliendo.
Que no se me olvide
Con el calor del desarrollo de estos párrafos, casi se me olvida decirte que este y los demás post los he comenzado a redactar, en formato de voz en el teléfono, y trabajado su edición final en una tablet y un portátil, por lo que mi oficina está preparada para trabajar en el momento en el que mi cabeza está a pleno rendimiento, es decir en un despacho, en la calle, en el coche, en la cama.
Sólo me queda preguntarte a tí y a los que me lean ¿Cuándo os apuntáis y nos lanzamos? Quedo a vuestra disposición!
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